Artículo publicado el 18 de enero del 2023 por Grupo MILENIO, ver artículo original.
En un país con cerca de 110 mil personas reportadas como desaparecidas, buscarlas al mismo tiempo y de forma igualitaria es un reto mayúsculo. La forma de hacerlo es a través de lo que se ha denominado búsqueda generalizada: métodos previstos por el Protocolo de Búsqueda que permiten avanzar en la búsqueda del conjunto de las personas desaparecidas. ¿Cómo? A través de la creación y cruce de bases de datos, de la localización de fosas clandestinas en donde se encuentra a varias personas aunque no se sepa aún su identidad, o a través de exhumaciones masivas de fosas comunes para dar una segunda oportunidad de identificación a quienes fueron inhumados.
La información es la clave para buscar personas desaparecidas. La Ley General en Materia de Desaparición no solo prevé la existencia de diversos registros fundamentales para buscar y localizar personas, sino también la obligación de todas las autoridades para compartir su información. El reto para cumplir con esta obligación ha sido mayúsculo.
Por un lado, salvo el Registro de Personas Desaparecidas y No Localizadas, obligación de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), al día de hoy no existen los otros registros ordenados en la Ley, como la base de datos forense, ni los registros de personas fallecidas identificadas y no identificadas, y de fosas clandestinas y comunes, cuya creación es obligación de la FGR. La información pública es que la primera estaría en construcción; sobre las otras, es incierto.
Por otro lado, las familias de personas desaparecidas han señalado siempre que los problemas con la información es que no existe, o cuando existe, se oculta o no se comparte entre las instituciones. Por ello, la Ley prevé que es obligatorio que las distintas autoridades –y no solo las que intuitivamente están relacionadas directamente con la búsqueda e investigación– compartan información que permita tener más elementos para dar con la suerte o el paradero de las personas desaparecidas. Ello ha implicado construir o depurar bases y sistematizarlas, comenzar a romper barreras burocráticas, firmar convenios de colaboración y construir herramientas de interconexión.
Cruzar el Registro con otras bases de datos permite, entre otras cosas, obtener indicios sobre la suerte y paradero de las personas registradas, por ejemplo sobre movimientos que hayan realizado con posterioridad a la fecha de desaparición. Pensemos, por ejemplo, en los registros de actas de defunción, de matrimonio, de divorcio, de nacimiento de hijos años después de la desaparición, registros de vacunación, de recepción de programas sociales, de movimientos bancarios, de tramitación de pasaportes, de servicios médico forenses, de inhumaciones en fosas comunes.
La CNB ha emprendido este cruce entre ese Registro y otras bases, resultando, hasta ahora, en posibles coincidencias de decenas de miles personas reportadas como desaparecidas con la información en manos de otras instituciones. Estas coincidencias, llamadas indicios de localización, son dispersados y notificados a las autoridades buscadoras locales y federales, y deben ser analizadas y explotadas. Los indicios no son por sí mismos una prueba de que la persona ya no esté desaparecida, pero están abriendo líneas de búsqueda a gran escala y por todo el país.
Una mujer víctima de trata y reportada como desaparecida podría, por ejemplo, haber tramitado un pasaporte bajo coacción del tratante. El cuerpo de un migrante que desapareció al intentar cruzar el río Bravo podría haber sido identificado sin que su familia, que solicitó su búsqueda, sea notificada. También es posible que una persona reportada como desaparecida haya vuelto sin que las autoridades se enteraran, o que se haya omitido actualizar las bases de datos para reflejar una localización. Los cruces de información que se están realizando permiten detectarlo y saber mejor a quiénes estamos buscando.
En materia de identificación humana, independientemente de la obligación de la FGR de construir las bases y registros previstos en la Ley, en la CNB se han comenzado a construir en los últimos cuatro años, registros internos de fosas clandestinas y de información que se encuentra en libros de fosas comunes. También, en forma más reciente, comenzó la construcción de una base de datos genética a partir de la creación del Centro Nacional de Identificación Humana (CNIH). Las dos primeras bases deberán nutrir a las de la FGR y, la de genética, tendrá que interconectarse para hacer cruces de información de forma ciega protegiendo los datos de las personas donantes. La búsqueda se fortalece sumando, no dividiendo.
Hace unas semanas, la CNB hizo público el Módulo de Fosas Comunes que ha construido en los últimos años a partir de sistematizar la información de los libros de quince panteones municipales. La base pública se actualizará trimestralmente conforme el trabajo progrese. Con la información recopilada hasta hoy podemos saber que a las fosas comunes llegan miles de personas identificadas y “no reclamadas”, entre las cuales los cruces de datos están detectando a las que están siendo buscadas. Cientas de coincidencias están bajo examen, decenas han arrojado indicios sólidos de localización en los que se trabaja en la confirmación de identidad, y, al día de hoy, seis familias en Chihuahua, Durango, Estado de México, Nayarit y hasta Nueva York ya han sido notificadas de la localización de sus seres queridos.
La publicación de los nombres de las personas “no reclamadas” permitirá, además, que las familias de personas desaparecidas –hayan o no denunciado o reportado su desaparición– puedan acercarse a las autoridades. Es fundamental aclarar, sin embargo, que el hecho que un nombre se encuentre en un libro de fosa común no significa, lamentablemente y tal como lo ha demostrado la experiencia, que el cuerpo esté donde se dice. Esta es otra tenebrosa arista de la crisis forense.
La mejor forma que permitirá buscar a todas las personas que se encuentran en las fosas comunes –con o sin nombre, registradas o no, hayan o no pasado por instituciones públicas– es a través de las exhumaciones masivas y no de forma individual. Para ello se requiere no solo una metodología específica de enfoque masivo –ya probado en otros países- y personal capacitado en ella, sino también de centros de resguardo temporal de cuerpos (nadie más debe ir a una fosa común), en el que serán colocados dignamente luego de un nuevo e integral análisis forense, esperando a ser identificados y regresados a casa. En los últimos años se han construido varios centros de resguardo y se ha comenzado la implementación del enfoque masivo en Coahuila, Jalisco y, ahora, en el CNIH.
Buscar a todas las personas desaparecidas al mismo tiempo es la forma más amplia de buscar, incluso, a quienes no han sido reportadas o denunciadas como tal. La búsqueda generalizada incrementa la probabilidad de localizar a todas las personas desaparecidas, sin distinción, e incrementa también la eficiencia de las instituciones.
Cada vez más, diversas instituciones federales y locales se han ido sumando de manera decidida a esta nueva política pública dirigida a la búsqueda generalizada de personas desaparecidas, que además de luchar contra la burocracia, la negligencia y/o el ocultamiento, implica cambiar la mentalidad institucional y transversalizar el entendimiento de que la búsqueda es una obligación de Estado.